jueves, 3 de septiembre de 2015

El futuro de las PYMES

En los últimos años se observa un progresivo incremento en el uso por parte de las empresas de aplicaciones derivadas de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Este proceso crea una relación de dependencia entre el aprovechamiento de las ventajas derivadas de esas aplicaciones y la competitividad empresarial. Además, surgen nuevos conceptos de empresa que requieren formas organizativas distintas y se producen transformaciones en las funciones de aprovisionamiento y de comercialización de los productos.

El modelo de empresa del futuro se caracterizará por un uso intensivo de estas tecnologías, por una mano de obra muy cualificada y con mentalidad de cambio permanente, estructuras organizativas flexibles, colaboración con otras empresas para conseguir objetivos comunes y con una orientación de toda la organización hacia la calidad y el servicio al cliente. En España existen cerca de dos millones y medio de empresas, de las cuales el setenta por ciento corresponde a empresas individuales constituidas por autónomos, el 95% con una plantilla inferior a diez trabajadores y sólo el 0,7% del total de empresas tienen más de cincuenta empleados.

Por este motivo, uno de los principales motores de la economía española tiene que estar relacionado con el buen funcionamiento del colectivo de PYME, que sepa aprovechar la flexibilidad que le proporciona su menor tamaño para adaptarse de forma rápida a entornos y mercados cambiantes y que además pueda sacar provecho de las oportunidades que surgen del empleo de aplicaciones de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

En la actualidad, algunos de los problemas que una PYME presenta, o algunas de las debilidades que afectan a su capacidad y en ambos casos frente a los procesos de internacionalización de actividades y de globalización de mercados son:

•Una operativa demasiado vinculada a sectores especializados y sobre los que hay una gran experiencia. Pero con enormes dificultades para acceder a otros sectores que pueden contener ocasiones nuevas de éxito. A veces la especialización no exime de estar ávidos por incrementar nuestra cartera de servicios y oportunidades.

•Búsqueda incansable de resultados a corto, sin prestar atención a los planes de estrategia a futuro o largo plazo. En muchos casos y debido a los condicionantes de tesorería o compromisos de pago, las PYMES no pueden atender con comodidad a un análisis relajado de las opciones estratégicas de futuro y plantear inversiones encaminadas a esos objetivos a largo.

•Recursos muy limitados, tanto humanos como técnicos o económicos. Escaso apoyo por parte de entidades financieras en procesos de innovación. Las entidades de crédito asfixian o imposibilitan a las pequeñas empresas acceder a vías de financiación sin excesos de garantía o aval. Asimismo, y ya de por sí, la capacidad de inversión de las PYMES está limitadísima.

•Baja cualificación del personal directivo que escapa a empresas más grandes en busca de seguridad y nóminas más altas, yendo en detrimento del capital humano de la PYME. Los buenos directivos de las pequeñas empresas, a menudo son emprendedores, que encuentran la limitación del crecimiento en capital humano en sus tesorerías. En muchos casos ello les obliga a hacer de auténticos “hombres-orquesta” para sacar adelante un negocio, con el trabajo equivalente de 12 personas. Pero sin quitarles ningún mérito y brindándoles toda mi admiración, lo más probable es que se hagan muchas cosas mal, o no se llegue a todo, o el estrés los consuma, para finalmente acabar en un crecimiento más lento y costoso de lo que debiera.

•La toma de decisiones es a menudo fruto de la experiencia acumulada, e intuitiva. Falta reflexión, trabajo en equipo, análisis sectorial o estudios de mercado. El conocimiento y su gestión juegan un papel primordial hoy en día y no podemos relegarlo a meras “intuiciones” sin fundamentos analíticos. Con ello no le resto valor al “olfato” empresarial que poseen muchas personas, pero le doy más valor si además ese “olfato” se basa en una retahíla de premisas o escenarios previstos y analizados.

•Mala gestión del conocimiento. Las pequeñas empresas todavía desconocen y en gran número, que poseen un activo muy valioso: el conocimiento empresarial y por ello no saben aprovecharlo.

•Individualismo exacerbado que lleva a actuar en solitario sin compartir recursos y evitando la relación interempresarial. ¿Quién no conoce una empresa recelosa de cualquier “posible competencia”? Pero hay que saber que a veces, y guardando los secretos, se puede llegar a acuerdos de muchos tipos con empresas afines o totalmente distintas. Es muy interesante el dato de que cobra envergadura uno de los negocios exitosos del Grupo Intercom , “Acambiode.com” : Un mercado virtual para empresas y profesionales autónomos interesados en el intercambio de bienes y/o servicios, sin dinero.

•Imitación frente a innovación, por lo que no se adecuan a necesidades sino a tendencias de moda, especialmente en el campo de las nuevas tecnologías. Cuántas empresas tienen una página web para poder decirlo, o para poder ponerlo en sus tarjetas de visita. Esto produce un desaprovechamiento de las inversiones que en muchos casos llegan a ser costosas.

Pero no todo es tan trágico ni tan negativo. Éstos puntos son barreras reales, pero no imposibles a un cambio hacia el futuro próspero de la PYME. Hoy en día incluso puede jugar con ventaja en muchos aspectos una PYME frente a una gran empresa. El dinamismo y flexibilidad que las caracteriza son la envidia de los firmes y lentos movimientos de las grandes. La tecnología hoy en día juega un papel de enorme importancia en lo que a oportunidades se refiere.

Los avances técnicos han configurado desde siempre mejoras productivas y avances en los procesos. En la actualidad, esto se ha visto incrementado por la incorporación de aplicaciones derivadas de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Las empresas tiene a su disposición un acervo inconmensurable de herramientas tecnológicas para intervenir y gestionar con la máxima eficacia todos y cada uno de los departamentos, áreas, actividades o procesos de su sector. Y aún en el caso de que alguna no existiese pueden hacerla a medida, según sus necesidades. Ni el software ni el hardware de nuestros días suponen un problema para los presupuestos de una PYME.

El proceso de incorporación de las nuevas tecnologías es imparable y no se cuestiona, no así en cambio sus tipologías. Este último punto me ha recordado a un episodio que dependiendo de la edad del lector recordará con mayor o menor claridad. Me refiero a la aparición simultánea en el mercado de los aparatos reproductores de vídeo. Seguro que Vd. recuerda el primer aparato que compró. ¿Qué sistema utilizaba? ¿VHS, Beta, 2000...? Se acabó imponiendo el VHS y no necesariamente por tener mejor o peor calidad, fue por condicionantes de mercado.

Tal vez el ejemplo no sea el más adecuado, pero creo que podemos utilizarlo. El concepto en ese momento era tener un equipo reproductor de vídeo y el debate se centraba en el sistema que había que utilizar. Y la historia se repite una y otra vez... Aparecen las tecnologías en concepto y se aplican en sistemas mejor o peor elaborados, que acaban por mejorarse, renovarse o desbancarse. Un caso parecido es el de nuestra telefonía móvil, la aplicación tecnológica conceptual es permitir las comunicaciones inalámbricas y móviles, pero sus aplicaciones prácticas han sido la telefonía móvil analógica, en España con Moviline; el GSM telefonía móvil digital, y el UMTS de comunicaciones avanzadas. Curiosamente entre el GSM y el UMTS han aparecido y apenas emergido otros sistemas alternativos desbancados de calle por el último. Destaca aquí la diferencia de espacios en tiempo de aparición de sistemas, concentrados casi todos en el último período de aplicación tecnológica. Difícilmente vuelva a ocurrir un fenómeno parecido al de los aparatos reproductores de vídeo.

Todos aprendimos de ello, pero lo que quiero decir es que una breve reflexión y estudio antes de dar un paso nunca estará de más; y cuando lo hayamos dado exprimamos a fondo esa tecnología, pero pendientes de la que surgirá enseguida. No nos desanime, al contrario nos empuje a ser más competitivos. Pero volvamos al tema que nos ocupaba y tomemos como base la PYME como organización enfocada hacia el cliente.

Las TI suponen un soporte tecnológico claro en cualesquiera de sus diferentes adaptaciones, ya sean sistemas operativos, pc’s, EDI, CAD/CAM, Internet, LAN, etc... que inciden directamente en las principales áreas de un marco empresarial. Como serían contabilidad, recursos humanos, diseño, logística, ventas, comercial, etc... Esta aplicación tecnológica y departamental lleva a la PYME cada más hacia unos objetivos, a veces por pura inercia, que podemos resumir en:

•Evitar tareas repetitivas.
•Disminuir errores.
•Eliminar el soporte papel
•Reducir burocracia•Flexibilizar procesos
•Incrementar los índices de productividad
•Mejorar el control de calidad•Añadir valor a los diseños
•Acceder a información elaborada
•Mejorar la gestión en la tesorería
•Mejorar los servicios de pre y post venta
•Abrir nuevos canales y nuevos mercados

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